jueves, noviembre 02, 2006

Un Yo Acuso Argentino - Parte 3

Recientemente se concretaron diversas maniobras, ya que no se pueden denominar de otra forma, para colocarlos a estos guerrilleros en un pedestal internacional, haciéndolos pasar por mártires. En efecto, en un centro a construir donde se concretó el atentado contra las Torres Gemelas, que tanta alegría le causó a la “madre” Hebe Bonafini, se pretendió por parte de nuestro Gobierno que se recordara a los desaparecidos en la Argentina por “haber luchado contra el Terrorismo de Estado”. O sea aparecerían como víctimas pero, como allí conocen bien el tema, eludieron como pudieron hacer pasar a los victimarios como víctimas. De triunfar esta diabólica idea hubiera un sido el broche de oro, a la pretensión de pasar por perseguidos por los sanguinarios militares sedientos de sangre marxista. *

* Se cometería una torpeza si caemos en la trampa marxista que, intencionadamente, confunde las cosas. Los subversivos, de todos los matices, no lucharon contra el Terrorismo de Estado, para probarlo podemos mencionar, así como al pasar, que en la publicación “Evita Montonera, nº 6, editada por los guerrilleros de la Banda Subversiva Montoneros, al dar cuenta del horroroso y alevoso asesinato del ingeniero Raúl Amelong, gerente de la firma Acindar, expresa que “Un pelotón de combate lo ejecutó”. El crimen ocurrió un 6 de agosto de 1975, o sea cuando imperaba en la Argentina un régimen democrático. No estaban los militares del Proceso. Este vil asesinato, impactaron en su cuerpo alrededor de 10 disparos, fue cometido en presencia de su hija y de una compañera suya, a quienes trasladaba al colegio en ocasión de ser interceptado su vehículo por otro automotor donde iban los asesinos. El Estado Argentino, en esa época estaba luchando contra estas fuerzas irregulares, que no respetaban las normas de la guerra, aunque se atribuían acciones de esta naturaleza. Las palabras “pelotón” y “ejecución” dan muestra acabada de la calificación que ellos se daban a sí mismos y a su accionar. Ellos iniciaron la confrontación y luego, cobardemente pretenden aparecer a los ojos del mundo como víctimas.


Entrevistado por el diario digital Urgente-24 el abogado Javier Vigo Leguizamón, autor de “Amar al Enemigo”, sostuvo que no es casual el consejo del presidente Chávez de “leer todo lo que les llegue a la mano de Noam Chomsky, quien es uno de los más importantes intelectuales de izquierda estadounidense.
“Lo que me alarma es la postura que él tuvo ante el genocidio cometido por Saloth Sar (más conocido como Pol Pot) en Camboya, quien llegó a matar dos millones de personas en su afán de construir el “hombre nuevo”... Despojándose de la máscara pacifista y de presunto defensor de los derechos humanos Chomsky justificó esa violencia demencial que eliminó al 20 % de la población diciendo: “No me parece que sea aceptable que condenemos el periodo de terror del Frente de Liberación Nacional, simplemente porque fue algo horrible. Creo que lo que tendríamos que hacer es preguntarnos por los costos comparativos, por espantoso que suene; y si queremos tomar una posición moral en este asunto (y creo que deberíamos hacerlo), tendremos que poner en una balanza cuáles fueron las consecuencias de que se usara el terror, y cuáles habrían sido de no haberse usado. Si es cierto que las consecuencias de no haber utilizado el terror hubieran sido que el campesinado camboyano hubiera estado viviendo como el de Filipinas, creo que, entonces, el terror estaría justificado.”

En otras palabras, el recomendado por Chávez enseña que la violencia, puede ser comprensible dadas las condiciones del cambio de régimen y de revolución social, implicando un pequeño precio en comparación con los cambios positivos que había traído el nuevo gobierno de Pol Pot.”. Nos dice el doctor Leguizamón que, cuando entrevistó al general Videla éste “admitió que, como en toda guerra –y máxime en ésta, que fue irregular en su forma, imprecisa en su desarrollo y librada contra un enemigo mimético que no usaba uniforme ni bandera- se llegó a situaciones límite que ensombrecieron al país con actos rayanos en el horror, por parte de ambos contendientes.”.

O sea que, visto desde el punto de vista del intelectual norteamericano Noam Chomsky, la violencia puede ser comprensible, dadas ciertas condiciones. Postura que no fue objetada por ninguna entidad marxista o revolucionaria.

En cambio, y acá viene el inconveniente de la falta de refinamiento en la aplicación del llamado Derecho Humanitario, si el general Videla es quien apoyando su tesitura sobre el accionar de las Fuerzas Armadas Argentina, da su explicación defensista de los hechos, salen todos bramando su santa indignación. En suma, hay bombas buenas y bombas malas y según esta diferencia se deben calificar los atentados.

O sea que Chomsky sostiene, sin repugnancia, que el fin justifica los medios, por lo que habría que ver si tal tesitura la sostiene cuando se trata de valorar lo actuado durante el proceso de Reorganización Nacional, acá en la Argentina. Tengo la absoluta certeza de que no podría hacerlo.

Creemos, con fundamento, que no se concretó otro Nuremberg contra los jerarcas soviéticos de ese entonces por razones de índole política. Recordemos que para ese entonces había comenzado la llamada Guerra Fría, y circunstancias que siempre alientan tal especie, nos hacen concluir que se trató de evitar inútiles confrontaciones y que en definitiva primó la Razón de Estado. Y creo encontrar aquí el meollo del asunto en tanto y cuanto no se concibe como se quiso hallar un nuevo
Derecho Penal Mundial, surgido a través de las actuaciones judiciales provenientes del Tribunal Militar de Nuremberg, complementado por los diversos Tratados y Convenciones Internacionales referentes a los Derechos Humanos, lo que a la postre es llamado y conocido como el Derecho Humanitario, pero luego de tramitados los juicios citados y los del Lejano Oriente, originarios en eventos de la Guerra del Pacífico, perdió impulso tal logro y durante décadas se “adormeció” tal hallazgo.

Entre los episodios desgarradores, donde encontramos delitos de lesa humanidad por los actos aberrantes concretados, ocurridos en el transcurso o a fines de la segunda Guerra mundial, que han tenido como protagonistas principales a los rusos o a paramilitares que obedecían sus órdenes, no podemos dejar de recordar lo ocurrido durante la liberación de Checoslovaquia. En la región de los Sudetes y en Praga fueron masacrados alrededor de 30.000 civiles debido al pecado de ser descendientes de los alemanes.

En este caso, firmada la rendición de Alemania en la ciudad de Reims, continuaron combatiendo en la zona del Este de Europa, específicamente la lucha continuó en Bohemia y Moravia, en los Sudetes y en Eslovaquia .Las fuerzas estadounidenses se encontraban detenidas en la frontera checoeslovaca y al sur de Austria, sin poder ingresar a Praga, ciudad que era un territorio vedado a las tropas de los generales Pucht o Patton. El dictador Stalin apoyó al Presidente provisional Benes, con la condición de que los puestos claves de su gobierno, estuvieran en manos de funcionarios comunistas. Benes aceptó, ya que no podía hacer otra cosa, pero con la secreta esperanza de que los norteamericanos llegaran a Praga, antes que los soviéticos.

Los partisanos comunistas se levantaron en armas para echar a los invasores de la ciudad de Praga, ocupando los edificios públicos. Pero su principal blanco fue la población civil, de origen alemán. En la capital la cacería de los alemanes, tanto hombres, como mujeres y niños continuó hasta que arribaron las tropas soviéticas. Pero mientras tanto, alrededor de 30.000 personas de ascendencia alemana o sudetoalemanes fueron masacradas. Posteriores investigaciones históricas dieron cuenta que todo se concretó con la anuencia especial de Stalin.

Refieren los historiadores que “Las mujeres y los niños fueron el blanco predilecto de la turba. Las mujeres eran apaleadas, les rapaban el pelo y les pintaban esvásticas en el cuerpo luego de ser públicamente violadas. Muchas en estado calamitoso fueron obligadas totalmente desnudas a desmantelar las barricadas. A muchas mujeres les cortaron el Tendón de Aquiles y retorciéndose de dolor yacían en tierra pidiendo que las mataran. Niños y jóvenes sacados de las escuelas eran apilados en carretas. Algunos autores relatan atrocidades peores, pero otros afirman que son exageraciones. Alemanes, hombres, mujeres, ancianos y niños eran atados con alambre de púas y lanzados al río Vltava. Días después los cadáveres en grupos de dos y tres fueron varados a todo lo largo del río Elba. En las semanas que siguieron, después que 30.000 alemanes fueran asesinados en Praga, cientos de cadáveres seguían siendo sacados de las riberas del río Elba hasta cerca de la desembocadura en el Báltico”.
Los actos aberrantes llevados a cabo por las fuerzas de los partisanos, sin dudarlo, podrían haber sido calificados de delito de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad. Tales actos aberrantes se complementaron con atrocidades ocurridas en ocasión de huir hacia las líneas del ejército de Patton. Soldados alemanes y civiles, que huían despavoridos fueron ametrallados y bombardeados por los aviones soviéticos. A todos los que llegaron, al lugar donde acampaban los norteamericanos, los obligaron a acampar fuera de la linea de Karlsbad-Pilsen-Budweis y la mayoría de ellos fueron entregados a los rusos comunistas. Tal actitud obedeció a un tratado celebrado con los soviéticos, mediante el cual las tropas rusas iban a ser las que ocuparan esa zona. Estos hechos aberrantes, inhumanos y atroces no fueron juzgados por nadie. Acá la Justicia Universal no actuó, y algunos integrantes del bando acusado actuaron de jueces en el Tribunal Militar de Nuremberg, encargado de juzgar los delitos de lesa humanidad. Tanto los norteamericanos que consintieron que las víctimas de esta crueldad cayeran en las manos del ejército soviéticos, como los jerarcas de la Rusia Soviética. Una ironía.
La circunstancia de que los tipos penales internacionales que se han creado, sean aplicables en algunos casos a determinadas conductas y en otros casos no se pueda o no se quiera enjuiciar a los acusados de violaciones de tales derechos, conduce a un oscuro laberinto donde la injusticia campea por sus fueros.
Se creé haber encontrado la solución al haberse creado el Tribunal Penal Internacional, es decir se ha optado por la única solución que se encontró a mano. Solución no original, por cierto, por cuanto no se hizo sino concretar una aspiración de la antigua y desaparecida Liga de las Naciones. Pero la justicia y la ética no aparecen aun. El TPI podemos tomarlo como un parche, una aspirina que no contribuye sino a atenuar el dolor, pero la herida sigue sangrando.

Me llama la atención que partidarios de la doctrina marxista, que se caracterizan por su odio a las fuerzas militares, hayan concurrido a alimentar sus pensamientos, en las conclusiones del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg que, como su nombre lo indica, era un organismo castrense.

Siempre pensé que estos singulares resentidos, huían de todo lo que fuera militarismo, puesto que no ocultan el odio visceral que tienen hacia las Fuerzas Armadas que no dependen del gobierno de ellos, pero veo que estupor que en algunos casos hacen una excepción de esta regla, sin fundamento valedero. Cuando en la actualidad los veo fervorosos militantes de cuanto organismo defensor de los Derechos Humanos existe en la faz de la Tierra, no encuentro explicación alguna, que me permita vislumbrar como se pueden defender los Derechos Humanos y al mismo tiempo atacarlos con empecinamiento, con saña y sin piedad.

Un análisis puntilloso y escrupuloso de su accionar me obliga a concluir que cuando estos pseudo defensores de la Derechos Humanos actúan, es cuando se encuentran amenazados o violados los Derechos Humanos de sus simpatizantes, mas cuando las víctimas no pertenecen a su ideología, cuando no comulgan con ellos, desdeñan tal defensa. Sencillamente no les importa ni les interesa absolutamente defender a nadie que no pertenezca a los suyos.

No conozco ningún pronunciamiento, de repudio, ni siquiera suave, de alguna organización defensora de los derechos humanos ni de nuestro país ni del mundo, en general, en relación a la masacre efectuada por los guerrilleros chechenos. O por otras organizaciones, sean estatales o no. Solamente merecen sus críticas acerbas los gobiernos acusados por ellos, cuando no profesan su ideología. Fidel Castro, el tirano de la Isla Prisión de Cuba, no ha recibido una sola crítica. ¿O solamente se califica de lesa humanidad conforme la ideología de las víctimas? No creo que se haya llegado a esta extravagancia del fundamentalismo ideológico.

La única explicación que encuentro, teniendo en consideración su actitud en nuestro país, donde tesoneramente se ocupan de defender a las víctimas “de la sangrienta represión militar de la Dictadura”, es que rinden tributo fundamentalista a la coherencia por cuanto nunca, absolutamente nunca se han preocupado de las víctimas del otro bando en guerra sean civiles o militares.

Si hubiera existido un precedente, además del Juicio de Nuremberg, en cuanto se hubiera observado la actuación rimbombante de los organismos sedicentes defensores de los derechos humanos; si hubieran accionado contra la jerarquía soviética, de la época en que los enemigos políticos eran exterminados en ese país. O si se hubiera oído su voz, acá en Occidente, durante la Guerra de Argelia, o ante los criminales ataques de la ETA en España contra el legítimo gobierno español, o los del IRA, cosa que no ocurrió, entonces sí podríamos afirmar que estamos ante un nuevo Derecho Humanitario defensor de los derechos humanos de todos los habitantes de la Tierra.

Los sangrientos e inhumanos ataques de los terroristas, se encargan por sí, ante que mis palabras, de demostrar palmariamente que estas organizaciones no gubernamentales se ocupan selectivamente de defender los derechos de los ciudadanos afines a sus ideas olvidando que la humanidad no se compone solamente de sus adherentes.

Pero a ellos les parece que quienes no simpatizan con su ideología sencillamente no existen y así se han encargado de hacerlo notar en cuanta ocasión se les presenta, de tal forma burlan la confianza que todos los ciudadanos de bien han depositado en tales organizaciones. En suma si estos organismos, oportunamente y a lo largo de su existencia mundial, hubieran actuado de buena fe, con lealtad, con firmeza y convicción tendríamos entonces que trasuntarían credibilidad en su cometido, lo que en el presente no logran obtener ya que su actitud, mas de una vez rozó lo político, pasando por alto distintas situaciones de violaciones a esos derechos conforme la ideología de los acusados.

Un caso paradigmático lo constituye el del señor Fidel Castro. Pero como roza lo político y acá estamos hablando de lo jurídico, continuemos pues con este tópico. Posiblemente encontremos alguna posible solución, en la siguiente afirmación: “El surgimiento de organizaciones no gubernamentales transnacionales eficaces, dedicadas a la promoción y aplicación de los derechos humanos, trajo a la escena mundial un nuevo elenco de actores políticos no estatales…Ciertamente se invadía la soberanía en el sentido de que selectivamente, por lo menos, hasta cierto punto se eludió el escudo contra la responsabilidad externa. … Occidente se unió a las ONG para ejercer presión sobre los países del bloque soviético, especialmente después de los Acuerdos de Helsinki de 1975, en tanto que el Tercer Mundo utilizó la Asamblea General de las Naciones Unidas y su propio movimiento no alineado para dar peso político al fomento del derecho de los pueblos a la autonomía, como convalidación de las luchas contra regímenes coloniales….la desintegración del bloque soviético (y la terminación de la Guerra Fría), el triunfo de la descolonización y la derrota del apartheid in Sudáfrica, la defensa de los derechos humanos a escala internacional contribuyó al logro de unos cuantos resultados de fondo, históricamente importantes y generalmente bien acogidos, ninguno de los cuales se anticipó en cálculos realistas anteriores. …si la soberanía se entiende como inherente al pueblo, o sea la idea de la soberanía popular, que ha través de la historia se ha asociado con la Revolución Francesa, entonces, en muchas situaciones, la realización de los derechos humanos es precisamente el proyecto político que adopta "el soberano" (i.e. el pueblo)…. De hecho, la aceptación de la responsabilidad ante el exterior, en cuanto a los derechos humanos, ocurre en situaciones en las que Estados democráticos buscan proteger un futuro democrático y liberal incluso contra fuerzas antidemocráticas y antiliberales dentro sus propios países…. es particularmente importante hacer la disección del debate sobre la soberanía y los derechos humanos para averiguar quién, a quién y para qué, es decir, precisar las quejas, los actores, los intereses y los valores en contexto. La complejidad permanecerá, pero por lo menos habrá menor tendencia a conducir el debate en una forma manipuladora que obscurece las fuerzas reales en juego y hace virtualmente imposible evaluar las consecuencias de cursos de acción alternativos. *

*“Soberanía y Derechos Humanos La Búsqueda de la Conciliación, de Richard Falk”.

Capítulo 2 - El Cruel Comunismo se Ampara Tras el Nazismo y el Fascismo

Trabajar no es condenable, pero si abundaban las matanzas colectivas, las torturas, el cotidiano trato cruel de los prisioneros y el inhumano trato dispensado a estos verdaderos esclavos, tales circunstancias bastan por si solas para tornar estéril hacer comentarios respecto a la continua violación a los Derechos Humanos que allí se llevaba a cabo.

Pecaríamos de ingenuidad, sin embargo, si atribuyéramos el desconocimiento de tales eventos a la poca o ninguna ilustración o a la ignorancia selectiva de las masas. Todo fue conocido, en su época, por los jerarcas de las Naciones Aliadas, quienes de consuno actuaron con los soviéticos, en el afán de lograr la condena de los nazis, sin advertir que estaban absolviendo, de facto a los comunistas rusos y sus adláteres, al proceder de esta forma inmoral, complaciente y acomodaticia.

Si hoy la mortandad desatada por el nazismo ocupa un capítulo medular en el libro de la memoria colectiva, mientras la mortandad mucho más abultada del comunismo apenas representa una nota a pie de página, se debe al trabajo de zapa, al meduloso trabajo llevado a cabo por los simpatizantes del régimen comunista y a sus adláteres. Se ha llegado al colmo de que si en algún país, un partido político de ideología nazi intenta presentarse a elecciones, no es admitido por la Justicia, alegándose que su plataforma de principios es atentatoria contra la democracia. Lo que es cierto, pero cuando efectúa idéntica presentación un partido que sostenga la ideología comunista, es admitido sin ningún problema, ya que aparentemente esta ideología no conspira contra el modo democrático de vida. Toda una ironía, y sin embargo es un bebida de la que se han servido conocido jerarcas políticos democráticos en todo el mundo civilizado. Conocida es la habilidad que tienen de mimetizarse con el resto de la población, gozando de los derechos y garantías constitucionales, que ellos no respetan ni les interesa. Tal circunstancia corrobora, si es que hacía falta, esa desconfianza que flota en el ambiente, relacionada con la actitud de quienes fueron encargados de aplicar la ley administrando justicia en esa ocasión.

Como se interroga a sí mismo un prestigioso crítico literario español, “¿Qué ocurriría si un político español rememorase festivamente su juventud falangista?

Habría firmado su acta de defunción. En cambio, se contempla con admiración que haya militado en las filas comunistas. Y, por supuesto, a los combatientes estalinistas que perecieron en la Guerra Civil se les asigna el calificativo extravagante de «defensores de la democracia»; mientras que a los combatientes que militaron en el bando de Franco se les despacha como chusma fascista”.
Muy pocos han oído nombrar lo que se denominó la “Masacre de Katyn”. “Durante la invasión soviética a Polonia en 1939, unos 14500 oficiales polacos fueron capturados e internados en tres campos de concentración en la Unión Soviética. Posteriormente, entre los meses de Abril y Mayo de 1940, durante cinco semanas, la NKVD -la policía secreta de Stalin- estuvo transportando prisioneros polacos desde campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow hacia un lugar en la carretera Smolensk-Vitebsk. La orden directa del dictador era eliminar a los prisioneros. (.)La Agencia Alemana de Noticias divulgó el descubrimiento de las fosas ubicadas en el bosque de Katyn cerca de Gneizdovo a 18 kms de Smolensk, en la carretera Smolensk-Vitebsk. Los rusos negaron una y mil veces haber cometido los crímenes, reprochando al gobierno polaco -para entonces su aliado- el creerle a los alemanes. Los ingleses apoyaron a su aliado soviético e hicieron lo posible por apaciguar al gobierno polaco en el exilio.”.
El descubrimiento de estas fosas, reveladoras de la crueldad con que procedían los ejecutores de este genocidio, tuvo gravísimas consecuencias políticas para los funcionarios de los países involucrados. Los rusos de inmediato negaron los cargos, mientras que los alemanes insistían en que ellos no habían intervenido sino los soviéticos. Habida cuenta lo sucedido, el gobierno de la URSS rompió relaciones con el gobierno polaco en el exilio, con sede en Londres, puesto que lo acusaron al gobierno ruso de cometer un crimen que ellos negaron terminantemente, endilgándole su autoría a los alemanes.
Se supo posteriormente que se seleccionó un centro rodeado de espesa arboleda, en un lugar conocido como la Colina de las Cabras, se cerró el camino y se prohibió el tránsito en las inmediaciones. En ese sitio fueron asesinados 4.143 oficiales de nacionalidad polaca, quienes fueron llevados a ese lugar a razón de un centenar por día.
Procedieron a inhumar los cuerpos en fosas comunes, apilados a razón de unos 500 muertos por cada fosa. Cometieron un error, ya que muchos fueron enterrados sin quitarles sus pertenencias, posiblemente debido a la premura en ejecutar las órdenes recibidas.
Estos miles de oficiales polacos desaparecieron, puesto que nunca se supo sobre su destino, luego de ser oficialmente transferidos. Formaban parte de un total de más de 40.000 oficiales polacos transferidos de los campos de concentración de Starobielsk y Kozelsk. El 14 de noviembre de 1941, el entonces embajador polaco en Rusia se entrevistó con Stalin, a quien le hizo notar la inquietud de su gobierno por el destino de estos oficiales, transferidos a otros centros desconocidos, ya que no se conocía el paradero de esos hombres. Nada se hizo. Pasado un tiempo se descubrieron los cadáveres, pero se volvieron a cubrir los restos.
En 1942 nuevamente se puso en evidencia la existencia de los cadáveres, ya que casualmente se encontraron los restos de estas víctimas de la crueldad asesina de los soviéticos comunistas, por lo que una comisión de médicos alemanes y polacos procedió tratando de identificarlos. “Lo que hallaron fue espeluznante. Se trataba de enormes fosas con miles de cadáveres apilados, todos con uniformes polacos, con insignias y medallas, pero sin anillos ni relojes.”. A raíz de estas investigaciones se llegó a la conclusión de que los rusos habían sido los autores de esta masacre. “El Primer Ministro polaco, Sikorski, se reunió con Churchill y le manifestó que las evidencias encontradas sindicaban, taxativamente, a los aliados soviéticos como los culpables del crimen en masa. Churchill hizo lo posible por evitar una confrontación entre los aliados, manifestándole al Primer Ministro que mejor era olvidar el asunto, en vista que nada le devolvería la vida a los oficiales asesinados.”. Por mas que los ingleses trataron de disimular el descubrimiento, a fin de evitar un problema diplomático con la URSS, lo cierto es que las pruebas eran irrefutables en cuanto a la autoría de la masacre, dando la razón a los alemanes quienes alegaron que los rusos fueron quienes asesinaron a los oficiales polacos.
Churchill trato de evitar que tomara estado público este descubrimiento, por una razón de Estado, indudablemente. Fue imposible tratar de negar los hechos, se encontraron los cadáveres con uniformes e insignias, condecoraciones, objetos personales, diarios, etc. y se pudo confirmar que los casquillos encontrados en los cadáveres, formaban parte de las municiones vendidas a los rusos por los alemanes, en cumplimiento de pactos firmados en su oportunidad.
Durante el juicio de Nuremberg se intentó, bajo presión soviética y la indiferencia cómplice británica, de investigar y acusar a los "culpables" alemanes del crimen en masa de Katyn. Incluso se pretendió incriminar a oficiales superiores incluso generales, que no habían sido incriminados en otros supuestos actos criminales. Como se llegó a la errónea conclusión de que se carecía de pruebas suficientes, se decidió por parte del Tribunal de Nuremberg sobreseer en la causa. Una prueba de que la fuerza de la razón no prosperó, no triunfó, puesto que ganó allí no la Justicia, sino la necesidad de no resquebrajar el bloque aliado. Continuó siendo una incógnita quienes fueron los autores de la muerte de 11.000 civiles y militares polacos. Para Nuremberg, los imputados fueron los alemanes y no los rusos, por más que esa decisión no estaba avalada por las probanzas adquiridas, ya que las pruebas colectadas por los rusos, así lo indicaban y conforme sus estatutos, eran regla procesal obligatoria los informes de las comisiones de encuestas aliadas.
Recién en 1989, derrumbado el bloque soviético, el entonces Primer ministro de Rusia Gorbachov admitió que la NKVD había ejecutado a los polacos, sin juicio previo de ninguna naturaleza, o sea reconoció de hecho que en Rusia se había cometido Terrorismo de Estado en perjuicio de los oficiales del Ejército Polaco. Solamente la casualidad quiso que la masacre no quedara sepultada en la impunidad o al menos en el olvido. Expresó Gorbachov que las ejecuciones se llevaron a cabo en marzo de 1940, siguiendo órdenes del sangriento dictador José Stalin y que existían otros dos campos donde también se había procedido de idéntica forma. Los prisioneros ejecutados de tal forma totalizaron 25.700.
“El 13 de Abril de 1990, cincuenta años después de la masacre, Boris Yeltsin oficialmente admitió la responsabilidad de la Unión Soviética en el crimen de Katyn y el 14 de Octubre de 1992, envió al presidente polaco Lech Walesa los archivos secretos del caso.”. Al parecer la zona de Katyn fue el lugar preferido para ejecutar a los prisioneros que debían ser fusilados, siguiendo órdenes de Stalin, actuando siempre la policía secreta de la URSS ((Site
www.exordio.com).
Este descubrimiento puso de relieve que la presentación de los rusos, ante el tribunal de Nuremberg, imputando a los nazis la ejecución de este grupo de oficiales del Ejército Polaco, fue una farsa destinada a exonerar de culpa al gobierno ruso al endilgarle a los jerarcas nazis la autoría de la Masacre de Katyn. Como se ve, la mentira tiene patas cortas, pero también es dable observar que la modalidad de ciertos eventos, producidos con motivo o en ocasión de un conflicto bélico, hace sumamente dificultoso, cuando no imposible establecer cual ha sido la realidad de lo sucedido, y las culpas generalmente las pagan los acusados conforme ciertas pautas no jurídicas.
Agrega el crítico citado precedentemente, que “el libro de Martín Amis, feroz y cáustico como sus novelas, transita por los pasadizos pavorosos que ya nos iluminara Solzhenitsyn en “El archipiélago Gulag”.
Entre el desfile de horrores desatado por el comunismo (hasta completar un catastro fúnebre de veinte millones de víctimas) merecen reproducirse algunas frases sentenciosas de Stalin: «La muerte soluciona todos los problemas; no hay hombre, no hay problema»; y también: «Una muerte es una tragedia; un millón de muertes, simple estadística».

Sobre esta burocracia de la muerte se fundó la ideología que aún abastece de mitologías el llamado pensamiento progresista. El terror nazi se esforzaba por ser exacto, calculador, dirigido contra una parte de la población en razón de su etnia; el terror comunista, en cambio, era deliberadamente aleatorio e indiscriminado, pues su enemigo era el hombre. «El comunismo -afirma Amis- es una guerra contra la naturaleza humana».

Con justicia se ha afirmado que "Las víctimas de Hitler y Stalin no fueron asesinadas para conquistar y colonizar el territorio que ocupaban.
Con frecuencia fueron asesinadas de una manera monótona y mecánica, sin emociones humanas, odio incluido. Fueron asesinadas porque no se ajustaban por una u otra razón, al esquema de la sociedad perfecta. Su muerte no fue un trabajo de destrucción sino de creación. Fueron eliminadas para poder establecer un mundo humano objetivamente mejor, más eficiente, moral y hermoso. Un mundo comunista. O ario, racialmente puro.

En cualquier caso, un mundo armonioso, dócil en manos de sus dirigentes, ordenado y controlado". *

*(Zygmunt Bauman, Modernidad y holocausto, Madrid, Sequitur, 1997, p.127).

Reitero que no debemos olvidar que en Nuremberg, se formó causa contra los jerarcas nazis, a quienes se imputó criminalmente haber resuelto que se proceda a bombardear la ciudad de Varsovia, la que distaba de ser un objetivo militar, siendo tal acto inútil, inhumano y constitutivo tal accionar de delito de lesa humanidad, dada las gravísimas y sanguinarias consecuencias mortales o de otra naturaleza que se sucedieron, a raíz de tales bombardeos contra los indefensos civiles. Pero lo que no se dijo, lo que se mantuvo en absoluto secreto como Secreto de Estado, es que este aberrante hecho bélico contó con la complacencia de la entonces Unión Soviética, a cuyas autoridades les convenía, desde el punto de vista de la estrategia militar, que Alemania se encargara de destruir a la Polonia que no comulgaba con la doctrina comunista. Destaco que militarmente pudieron los comunistas, evitar esta masacre o al menos lograr que sus consecuencias hubieran sido menos gravosas a los civiles que habitaban esta ciudad, pero al hacerse los distraídos, de una forma u otra contribuyeron con su inacción dolosa a la comisión del crimen de guerra que cometían los jerarcas nazis. Y jurídicamente debieron serle imputadas las consecuencias de tal inacción lo que, como es de público y notorio no se hizo.

A pesar de que el artículo 25 de la Convención de La Haya de 1907, prohibía taxativamente el ataque a ciudades indefensas,
el día 27 de septiembre de 1939, después de soportar 1.776 vuelos de bombardeo, que habían arrojado 500 toneladas de explosivos y 72 toneladas de bombas incendiarias, Varsovia se rindió ante la superioridad de las fuerzas militares de la Alemania Nazi, quienes al proceder al bombardeo de esta ciudad violaron descaradamente las normas de la citada Convención Internacional, referida a la humanización del accionar bélico.

Para esa época en el mundo no se conocía el pacto Molotov-Von Ribbentrop, instrumento que sirvió, en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, para dividir Polonia entre Alemania y La Unión Soviética, que es lo mismo que decir entre el sangriento dictador comunista Stalin quien años mas tarde sería autoproclamado como el paladín de la Democracia y el no menos sanguinario dictador nazi Adolfo Hitler, el Fuher de la Alemania Nazi. Tal evento fue mencionado durante el Juicio Militar de Nuremberg, ocasión en la que se puso de relieve los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra, perpetrados por los nazis y tipificados así por el citado Tribunal Militar. Por cierto que, es de recalcar que los jerarcas comunistas, de la entonces Unión Soviética, no fueron molestados ni indagados al respecto y ello era lógico puesto que esta potencia integró el tribunal militar de Nuremberg, encargado de juzgar los delitos contra el Derecho Humanitario que se les imputaba a los exjerarcas de la Alemania Nazi.

Pasados los años, y en la otra punta de la conflagración bélica, el 13 de febrero de 1945 aviones aliados deciden, sin más, bombardear la ciudad de Dresde, y otras ciudades, en similar condición, sitas en Alemania. Las verdaderas razones para justificar tal operativo bélico son difíciles de asimilar. La ciudad de Dresde no tenía ningún valor militar. No había fuerzas destacadas en esa ciudad. No existían industrias bélicas y no constituía ningún obstáculo para el avance de las fuerzas aliadas. Esta ciudad se encuentra sita sobre el lado este del Río Elba y para esa época era un centro de refugiado, heridos y enfermos, encontrándose allí mas de 26.000 prisioneros de guerra de los propios aliados. *
*
www.exordio.com

Posiblemente la teoría que se esgrime en la web citada precedentemente, muy similar a las razones que motivaron el bombardeo inhumano a la ciudad de Varsovia en 1939, esté muy cerca de la verdad de lo sucedido. Reza la citada web:” Los líderes aliados le habían prometido a Stalin la destrucción de Dresde, la operación no era sólo una muestra de solidaridad con los soviéticos sino además tenía que ser una demostración de eficiencia y del inmenso poder de destrucción que tenían los aliados.”…. y añade a la narración del horror: “Durante los interrogatorios las tripulaciones recién se dieron cuenta de lo que acababan de hacer y se preguntaban, ¿porque tuvieron que volar tan lejos para atacar un blanco sin importancia? ¿Es que los rusos no podían ellos mismos atacar la ciudad, si era tan vital para sus operaciones? Para calmar los ánimos se les dijo que en Dresde se encontraba el Cuartel General del Ejército Alemán, que existían depósitos y fabricas de armas y que era un centro industrial de instrumentos de precisión. En otros casos la mentira era de desproporcionadas dimensiones. Se les dijo que en Dresde estaba el Cuartel General de la Gestapo y a otros que habían fábricas de municiones y hasta una planta de fabricación de gas venenoso.”

A pesar de lo expuesto al día siguiente se repitieron las oleadas de aviones, acción que no encontró respuesta ya que en la ciudad, a la sazón casi solamente existían los muertos, los abatidos por los bombardeos. Sigue refiriendo la web aludida que “A las 22:30 termina lo que hubiera sido suficiente para cualquier objetivo militar. Decenas de miles de casas, hospitales, escuelas y estaciones de tren convertidas en centros de refugiados, quedan sin techos, puertas y ventanas, las calles destrozadas e inundadas por la rotura de las tuberías de suministro de agua, postes de teléfonos y de alumbrado público tumbados. Edificios sin fachadas y gritos, llanto, sollozos, gritos de auxilio ahogados en miles de gargantas. De acuerdo a los propios pilotos, el humo y el fuego se veían desde 150 Kms de distancia”. Y lo mas horroroso sigue relatado a continuación: “Al día siguiente, los socorristas no podían atender a los cientos de miles de heridos. No había ni agua, ni alimentos, ni medicinas suficientes. Pero, no todo había terminado, apenas habían transcurrido 2 ataques en 14 horas. A las 12:12 del día 14 de Febrero, una nueva oleada, esta vez de 1350 Fortalezas Volantes y Liberators, lanzó otro diluvio de bombas contra la destrozada ciudad. Afortunadamente, las bombas que caían sobre los escombros, no hacían mayor daño, pues no se puede matar a los muertos. Como en Hamburgo, el huracán de fuego y las ráfagas de viento a miles de grados de temperatura, mató a más personas que las propias bombas. Los edificios que quedaban en pie, parecían cascarones, que solo encerraba fuego. Como los cazas de protección no tenían oposición, se dedicaron a atacar a las columnas de sobrevivientes que escapaban del infierno. Ambulancias, carros de bomberos, carretas, automóviles, cualquier cosa que se moviera era un blanco para los P-51. Los americanos lanzaron 474.5 toneladas de explosivos de alta potencia y 296.5 toneladas de incendiarias, en paquetes y racimos. En esta oportunidad, la aviación de caza nada pudo hacer, puesto que el grupo cerca de Dresde era de caza nocturna y durante el día no estuvieron en servicio. No hay estadísticas ni archivos de todo lo que ocurrió. Pero sí se sabe que cuando menos de la compañía de bomberos desde la ciudad de Bad Schandau no quedó un solo bombero vivo que pudiera contar lo que ocurrió. “ … “Las cifras oficiales indican que murieron entre 120.000 y 150.000 personas, es decir muchas más que las que murieron en Hiroshima o Nagasaki.”. Fuentes generalmente bien informadas nos revelan que en 1939 la población de Dresde ascendía a 630.000 habitantes y después del conflicto descendió a la cifra de 375.000. En este caso, al parecer, dolosamente se hizo caso omiso a lo preceptuado por el artículo 25 de la Convención de La Haya de 1907. *
*Más de 550 aviones Lancaster, Liberators y B17, precedidos de los aviones iluminadores con sus bengalas de magnesio lanzadas en paracaídas, que revelaban la aterradora destrucción de la ciudad, señalaron la ruta de los que lanzarían las bombas incendiarias. Nada menos que 650 mil bombas incendiarias para una ciudad superpoblada de civiles. Esta vez, el resplandor de la ciudad en llamas era visible desde más de 300 Kms de distancia. En esa oportunidad hubo 18 cazas nocturnos alemanes listos para salir, pero nada pudieron hacer por falta de combustible y problemas de comunicaciones, pues la aviación inglesa se encargó de interferir sus sistemas. En los dos ataques se lanzaron un total de 1.477,7 toneladas de bombas explosivas, incluyendo 529 bombas de 2 toneladas, más una de 4 toneladas. En cuanto a las incendiarias, fueron 650 mil, con un peso de 1.181.6 toneladas. En total se emplearon 1400 aviones .Los incendios se desataron por doquier iluminando el cielo de manera dantesca. La película que se guarda en el Imperial War Museum de Londres, muestra durante 10 minutos, cómo el avión con la cámara da vueltas por la ciudad sin recibir ningún tipo de oposición. No hay reflectores ni fuego antiaéreo, menos cazas interceptores. Todo es fuego y destrucción. Cientos de años en arte y cultura fueron reducidos a cenizas. Dresde estaba convertido en un infierno donde se habían quemado cientos de miles de civiles. (
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De allí a volver a interrogarnos qué motivó la circunstancia de que a los jerarcas soviéticos, nadie se haya molestado en imputarles violación de los Derechos Humanos, cuando sus camaradas en otros países se convertían en los adalides de ellos, esmerándose en organizar Ligas Defensoras de los Derechos del Hombre, organizaciones no gubernamentales cuyo objeto era “defender” los derechos humanos ultrajados por las dictaduras, denominándose como Defensoras de los Derechos Humanos, Hijos de Desaparecidos, Abuelas de Plaza de Mayo y otros nombres rimbombantes que daban cuenta de la tarea en las que, se supone, estaban empeñadas, hay un paso. *

*. Una de los íconos de Abuelas de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini dijo ante la asamblea el 30 de enero de 2003 en el III Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil en una inusual confesión, que nos ilustra lo relacionado a la real finalidad de esta verdadera asociación ilícita: “Porque si nosotras no reivindicamos el derecho de los pueblos, estamos renegando de lo que hicieron nuestros hijos. ¡Y jamás renegaríamos de haber tenido hermosos y maravillosos hijos revolucionarios y guerrilleros comprometidos con su pueblo! Que por eso los mataron, que por eso se los llevaron... ¡Porque sí es posible un mundo mejor! ¡Pero sólo con la Revolución! ¡No hay mundo mejor si no hay Revolución! ¡Va ser muy difícil hacer un mundo mejor si no hacemos una Revolución profunda en esta Latinoamérica!”. Por cierto que la referencia a la Revolución es una directa referencia a la lucha armada y al derramamiento de sangre.

Digo se supone, ya que se ha observado que su tarea no apunta a lograr que se respeten los derechos humanos de todos, sino de determinados y selectos núcleos, que da la casualidad, pertenecen o son afines a partidos políticos de ideas marxistas o similares, mas o menos radicalizados. Bajo la figura de “organizaciones no gubernamentales”, se ocupan de plantear a los distintos regímenes de gobierno y a la población, la necesidad de adherir a cuanto Tratado o Convención Internacional se refiera a aquellos derechos. Por cierto que se ocupaban de destacar, a quien quiera oírlos, que ellos eran los exclusivos y excluyentes defensores de la democracia.
Esta maniobra de zapa cuenta en la Argentina con numerosos adeptos, quienes manejan habilidosamente la maquinaria judicial intelectual, pseudo legal, que no permite a un ciudadano poco avisado, distinguir entre la realidad y la fantasía. Al punto que, los otrora guerrilleros subversivos, confesadamente subversivos, aparecen ahora como “salvadores de la Patria”, modernos maquis que trataron de “liberar” a la Argentina del yugo del imperialismo internacional o lo que fue conocido como la “Sinarquía Internacional”, tantas veces mencionada por el general Juan D. Perón.

Capítulo 1 - Un Yo Acuso Argentino .

Creo que es oportuno ubicar el tema, como paso previo, y luego tratar de establecer la etiología de lo acontecido y las razones que motivaron el accionar de los elementos subversivos y la reacción desmedida o no de los Estados, en este caso nuestro país. Creo que empapándonos del tema, podremos aventurar un juicio y también creo que la valoración de lo acontecido debe quedar librado a las conclusiones que eventualmente pueda extraer cada lector.

La Segunda Guerra Mundial no sólo ha dejado sus secuelas de muerte y destrucción, ya que se hicieron sentir las consecuencias en el campo del Derecho, y como una de las consecuencias no queridas de dicho conflicto bélico, tomó aun más cuerpo, la antigua idea de desarrollar la instalación de una Justicia Humanitaria creándose el Derecho Humanitario.

A los acusados por delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidio, ante los Tribunales Militares de Nuremberg, dicho Tribunal los pudo sentenciar acudiendo poco menos que a los principios generales del derecho. No es una exageración por cuanto se aplicaron nuevas normas, que no regían en la época de comisión de los eventos que se imputaban, pero con argumentos justificativos de tal proceder, que eran una mezcla de nuevas y antiguas leyes escritas o no, artilugio que evitó que se imputara tal conducta de los magistrados como una vulneración del derecho de los imputados a ser juzgados por la norma penal vigente al tiempo de comisión de los ilícitos. Para ser breves en la explicación, se acudió a una norma hipotética fundamental, como la calificaría un kelseniano, puesto que se sostuvo que la conducta que se penó, si bien no estaba descripta, en su totalidad, en códigos escritos, eran normas que la Humanidad conocía y deberes que el hombre, en tal calidad, tenía la obligación de estar al tanto de vigencia aunque mas no sea como obligación moral y en otros casos como obligación convencional.

La construcción de un Derecho Internacional Humanitario o con similares intenciones, no es posible en nuestro país, al menos en un ciento por ciento, so pena de ser injusto y atentar contra el derecho a la defensa de los imputados. Salvo que se fuerce la Interpretación de ciertas reglas internacionales, usándose el llamado derecho natural o Jus Natural y se acuda al “common law” como condimento de esta melange que se ha creado. O que los creadores se abstengan de echar mano a procedimientos reñidos con los de la verdadera justicia, asegurando de un modo integral la defensa de los derechos tanto de la presunta víctima como del eventual victimario.

Algunos, en su afán de revestir de un ropaje ultra legal a esta creación que incursiona en lo ideológico, tratando de disimular tal actitud, hasta citan al maestro Hans Kelsen, como apoyatura para la viabilidad de las normas que rigen en esta materia. Pero el defecto, el pecado, es que es citado reiteradamente, en un intento inmoral de consolidar ciertas posturas, pero se lo ignora cuando sus enseñanzas conducen a concluir que no siempre los terroristas tienen razón. Si es necesario, para poder sustentar una sentencia condenatoria, hasta acuden al Derecho Natural, ciertos juristas que han desconocido su existencia.

Como ejemplo de lo afirmado, he visto que se cita lo expresado por el maestro de Viena, cuando se habla de un derecho de todas las naciones, los fines de tal derecho y las obligaciones de mantener o de abstenerse de ciertas conductas, no escritas por cierto, pero que surgirían de una costumbre, es decir la conducta repetida y debida por los países. *
*. Resulta necesario recordar que, como sostiene el maestro Guillermo Borda, “la escuela del derecho natural afirma que la justicia es un elemento necesario del derecho. Esto implica, por consiguiente, negar categoría jurídica a las leyes injustas, lo que lleva implícito el derecho a negar obediencia a tales normas. Se comprende así toda la gravedad que encierra esta cuestión y, por ende, la importancia del siguiente interrogante: ¿cuál es el criterio que, dentro de las complejísimas cuestiones jurídicas, ha de permitirnos distinguir lo justo de lo injusto?”. Nos señala el maestro que el criterio no es otro que el derecho natural. Si la ley es conforme a él, es justa; si es incompatible con él, es injusta. No debemos olvidar, además, que es necesario distinguir entre lo justo por naturaleza y lo justo legal. Lo primero es lo que se adecua de una manera perfecta al “derecho natural”, lo que no puede ser sino como es: por ejemplo las leyes que aseguran la libertad del hombre, o la totalidad de sus derechos humanos. Lo segundo podría ser con justicia de otro modo -como la dirección de la marcha del tránsito- pero una vez establecido obliga como lo justo por naturaleza, porque de lo contrario, el orden de la convivencia se hace imposible, con lo cual se hace imposible también el imperio de la justicia. Tal postura, sin embargo, fue objeto de denodados ataques por parte de lo adversarios del Jusnaturalismo, generalmente agnósticos negadores sistemáticos de la existencia de Dios. Ahora parece que, con tal de poder condenar a los militares, se han disfrazado poniéndose hasta la sotana. Lo único que falta es que levanten un altar al maestro Cicerón.

Pero, la otra cara de la moneda es que no se hace similar mención de Kelsen en cuanto éste afirmó taxativamente que si un grupo de sediciosos intenta hacerse del poder y fracasa será enjuiciado, y eventualmente condenado, por el órgano jurisdiccional, pero si este mismo grupo triunfa da origen a la existencia de un régimen nuevo cuyas leyes deben ser obedecidas y quienes no lo hacen, se harán pasibles de la sanción que legalmente corresponda, es decir el revés de la trama.

Los otrora subversivos hacen caso omiso de esta segunda conclusión de Kelsen y atacan las normas referidas, en la parte pertinente y a su conveniencia, con lo que a partir de esta actitud se convierte todo en una suerte de inmoralidad elevada al morbo.
Tales intenciones no hicieron más que confirmar la teoría kelseniana. Sostuvo el maestro, que alentaba una teoría sobre el Derecho, liberada o purificada de toda ideología, que precisamente estos dos condimentos desnaturalizarían tal teoría, tornándola inútil.

En el caso el Derecho, por la actitud fundamentalista de los “progresistas”, aparece teñido de una ideología, es indudable. Y esta conversión lo aleja de ser una ciencia del espíritu, y no lo hace ni objetivo ni exacto. Se pasa por alto que es requisito, para construir el Derecho y fundamentarlo a partir de sí mismo, desterrar en su concepción precisamente esas motivaciones ideológicas, emotivas y políticas en su configuración, con lo que evitamos que “la justicia huya por la ventana”.

Así como está la situación, sobreviniente en cuanto a las imputaciones a los acusados de tales delitos, torna en inmoral lo que se actúa ante los órganos de administración de justicia, en general y con respecto a tal punto. Tal afirmación, no es producto de una frondosa imaginación, sino el resultado del análisis realizado a través de los resultados habidos en los diversos Tribunales, creados a posteriori en distintos lugares del mundo.

Es cierto que, cuando se crearon los Tribunales Militares de Nuremberg y los de Tokio, Japón, acababa de finalizar la Segunda Guerra Mundial, primero en la Europa Continental y luego en el Lejano Oriente, por lo que se podrían haber cometido diversos yerros, que el transcurso del tiempo ha advertido. Pero no es dable repetirlos, cuando pasaron varias décadas y era fácil advertirlos, a fin de no repetirlos. Por ejemplo, podemos señalar que las normas procedimentales de estos Tribunales Internacionales, creados después de aquellos, son susceptibles de ir en detrimento de los justiciables. Me baso en lo que, a continuación refiero.

En el caso que traemos a colación, ocurrido apenas finalizada la Segunda Guerra Mundial, la circunstancia de que se haya seleccionado a quienes iban a ser imputados de los Delitos contra la Humanidad, Genocidio, Crímenes de Guerra, etc. y a quienes no, trae como consecuencia que los soviéticos salieran impunes por la comisión de los mismos, a pesar de que ellos asesinaron, en su propio país y en los países bajo su zona de influencia, un número de personas que presumiblemente decuplica las víctimas del Eje.

Los Crímenes de Guerra, Genocidio y Delitos de Lesa Humanidad perpetrados, instigados o tolerados por orden de las jerarquías mas altas en la Unión Soviética, uno de los países conocidos en esa época como “Los Cuatro Grandes”, es decir una de las cuatro grandes potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, podrían haber encajado perfectamente en las originales tipificaciones penales internacionales derivadas del Tribunal de Nuremberg. Aun así, nadie reclamó que, la Rusia Comunista hipócritamente haya ocupado un lugar integrando tal Tribunal.

Desde el punto de vista histórico-científico es de destacar que la posición de triunfador del pueblo ruso y la colaboración que habían prestado a la victoria aliada sobre las fuerzas del Eje, liberó a sus jerarcas de responder por las violaciones de los Derechos Humanos que se cometieron no solamente durante la conflagración mundial, sino anteriormente a ella y luego de este conflicto hasta 1989, en que se derribó el Muro de Berlín. Para esa época ninguno de los países firmantes del Acta de San Francisco, precursora de la Organización de las Naciones Unidas, ni este último organismo, se preocuparon por iniciar juicio a estos verdaderos criminales de guerra, que no eran ni nazis ni fascistas sino comunistas. Esta acotación, me obliga a tener que aclarar que es sabido por todos que la Justicia no debe estar ideologizada, por lo que creo advertir un primer impedimento para proceder al enjuiciamiento de los acusados por delitos aberrantes en el caso de que no se adopten las medidas necesarias como para impedir el ingreso clandestino de la política, en esta tarea sublime que es impartir justicia.

Recientemente se publicó en Madrid, España el libro “Koba el Temible”, del distinguido escritor Martín Amis, quien en su obra glosa la figura de Stalin y execra la connivencia de los intelectuales europeos con el comunismo. Como el propio Amis señala en algún pasaje de su libro, «todo el mundo ha oído hablar de Auschwitz y Belsen; nadie sabe nada, en cambio, de Vorkutá ni de Solovetski».

Es allí donde encuentro la falla que atribuyo a la creación, como apéndice del Tribunal Internacional Militar de Nuremberg, del llamado Derecho Humanitario Internacional. Entiendo que estos principios, acerca de los eventos que repugnan a la conciencia internacional, deben ser aplicados erga omnes, pero históricamente no ha sido así, lo que les quita solvencia ética y moral. Imputo a los órganos jurisdiccionales internacional la absoluta falta de coherencia, en cuanto a la valoración de la prueba y la inequidad de sus integrantes, lo que resta elementos fundamentales al valor justicia.

Cuando preguntamos a un joven sobre los campos de concentración de la ex - Unión Soviética, se manifestará seguramente extrañado ante la pregunta y no podrá responderla. Este joven reflexionará que posiblemente la pregunta encierra alguna trampa. Partirá de una premisa lógica, ya que todo el mundo sostuvo, en determinado momento, que la Unión Soviética militaba en el campo de la democracia. Campo de concentración choca con el concepto que el común de las personas tiene respecto a la vigencia de una democracia. No tendrá la menor idea de la existencia de campos de concentración en territorio soviético ni que los cinco principales campos de concentración de ese país, en distintas épocas, fueron el de Yagry cerca de Arjanguelsk, el de Pecora (con Kotlas y Vorkuta), el de Karaganda en el Kazajstán, el de Tayshet-Komsomolsk en la región del lago Baikal y el río Amur, y el de Dalstroy en la región de Magadan-Kolima. Para este joven, de seguro le hubiera sido mas sencillo contestar a la pregunta de si la luna está habitada o no.

La población reclusa, estimada en 15 millones de personas, realizaba trabajos forzados en diversos proyectos de interés para la economía soviética. Como los prisioneros habían sido privados de su libertad en diversos países invadidos por las tropas soviéticas, los que fueron trasladados a estos campos de “Trabajo,” la índole de este estado jurídico de cada prisionero, la servidumbre que implicaba la decisión estatal, se encontraría tipificado en los estatutos del Tribunal Penal Internacional, en el artículo 7 – “Crímenes de lesa humanidad” - punto 1 acápites c) “Esclavitud” y d) “Deportación o traslado forzoso de población”.

Hicieron la vista gorda, caso omiso de tales eventos, de estos delitos de lesa humanidad cometidos por las autoridades soviéticas de esa época, ya que supusieron con criterio político, que no disimular la existencia de ello pondría en peligro, eventualmente, la unidad de las triunfantes fuerzas Aliadas.

Tal accionar siembra dudas sobre el ánimo de equidad y de justicia de los que estaban imbuidos los miembros del tribunal militar internacional de Nuremberg. Traigo a colación lo que, con respecto a Rusia manifestó en una ocasión el estadista Winston Churchill, quien expresó que era “un acertijo escondido, dentro de un enigma y guardado a su vez dentro de un misterio”. Ni una palabra sobre los horrorosos asesinatos, el genocidio, los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas soviéticas.

Un Yo Acuso Argentino

“Nuestro país vivió una década, la del ‘70, signada por la violencia, por el mesianismo y por la ideología. Una violencia que se inicio con el terrorismo, que no se detuvo siquiera en la democracia que vivimos entre 1973 y 1976, y que desató una represión que hoy estremece. En la historia de todos los pueblos, aun los más cultos, existen épocas duras, oscuras, casi inexplicables. No fuimos ajenos a ese destino, que tantas veces parece alejar a los pueblos de lo digno, de lo justificable. Ese pasado de lucha entre argentinos, de muerte fratricida, nos trae a victimas y victimarios desde el ayer, intercambiando su rol en forma recurrente, según la época, según la óptica, según la opinión dolida de quienes quedaron con las manos vacías por la ausencia irremediable, inexplicable. Esta espiral de violencia creo una crisis sin precedentes en nuestro joven país. Las Fuerzas Armadas, dentro de ellas el Ejército, por quien tengo la responsabilidad de hablar, creyeron erróneamente que el cuerpo social no tenia los anticuerpos necesarios para enfrentar el flagelo y, con la anuencia de muchos, tomo el poder, una vez mas, abandonando el camino de la legitimidad constitucional.”

Las precedentes palabras, fueron pronunciadas por el entonces Comandante en Jefe del Ejército Argentino, el general D. Martín Balza. A través de ellas se desprende que la institución que entonces estaba bajo su comando, durante el período presidencial del doctor Carlos Saúl Menem, pedía perdón a la ciudadanía, por “errores” cometidos por algunos de sus integrantes, durante el lapso del Proceso de Reorganización Nacional. Por cierto que leyendo los términos de esta declaración, traslucía una disculpa de su parte, por haber combatido las Fuerzas Armadas a los subversivos terroristas quienes planteaban la disolución de la Patria. Recordemos que en tal tesitura la clase político manifestó carecer de soluciones…

El siguiente ensayo tiene como único objeto, aclarar un poco mas este árido tema, sin pretensiones ni jurídicas ni históricas ya que es sumamente dificultoso valorar con la precisión y objetividad que se exige dada la peculiaridad de los eventos acontecidos, pero perseguimos el honesto propósito de esclarecer lo acontecido a quienes lo lean, tratando de informar el panorama que se ha vivido en nuestro desgraciado país en las últimas décadas, y logrado ésto, se podrán evaluar con mayor precisión estas manifestaciones de dicho militar y con ello se podrá, asimismo, lograr aclarar tal tema. Creo que se estará entonces en condiciones de poder valorar, si sus dichos encuentran sustento en los eventos históricos, que en ese lapso se han desarrollado en nuestro país, los que aun no se encuentran suficientemente estudiados, en algunos casos por una carga de subjetividad dañina para una valoración justa y en otros casos, por ignorancia de lo sucedido o por error de apreciación de tales eventos.

No dejará de llamar la atención a la ciudadanía, la circunstancia de que no es frecuente que un militar de un ejército victorioso, clame por el perdón por haber triunfado. Perdón por “errores” en la actuación de sus cuadros. Creo que no se discute que existió una guerra y que en la guerra es imposible someter a órganos judiciales lo que acontece en el frente. Sería, como diría el doctor Zaffaroni judicializar la guerra, lo que es imposible. Me apresuro a aclarar que me repugna la guerra y mas este tipo de guerra, no convencional, en la que hubo que enfrentar a un enemigo invisible. No es mi deseo ingresar en una discusión bizantina, referente a si lo que se hizo fue moral o inmoral, justo o injusto, legítimo o ilegítimo. Pero sí creo, con pasión, que la solución al entuerto es una solución política. No hay otra. La historia nos demuestra que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Así lo entendieron en España, donde la mayoría de los ciudadanos estuvieron de acuerdo en deponer la actitud intransigente y en ceder, llegando a acuerdos para edificar la paz.

Creo que la súplica de perdón efectuada por el general Balza, es inoportuna, inmoral, falta de ética y, lo que es peor, no agrega absolutamente nada ya que podría ser tomada como un signo de traición a sus camaradas, muchos de los cuales dieron, lo mas egregio y sagrado que tiene un militar que se honre de ser tal y de sustentar suficiente vocación por la carrera de las armas, su vida por la Patria; este gesto de “arrepentimiento” mancha la memoria de las víctimas del terrorismo subversivo, tanto las civiles como las militares, y por el otro lado, los enemigos de ayer podrían creer, con fundamento, que este militar no sabe lo que dice, o que es un mentiroso y que los remordimientos lo impulsaron a solicitar, a suplicar el perdón, por lo que con ello lo único que hizo fue dejar traslucir el hondo sentimiento de culpa que arrastra. Esta última acepción no hace nada más que erigir en héroes a los villanos de otrora.

Lamentablemente ha quedado sembrada la semilla del odio, pero los surcos no se abrieron durante el Proceso, sino que fueron abiertos por los subversivos en las décadas del 60 y 70, cuando procedieron a intentar a sangre y fuego, el apoderarse del gobierno de nuestro país. Pasados los años, se pretende por parte de ellos, confundir a la opinión pública tratando de convencer a la ciudadanía que, en realidad, no se trató de grupos armados destinados a matar o morir, sino de jóvenes idealistas, patriotas que luchaban en aras de un ideal, imbuidos de patriotismo y de sacrificio personal.