jueves, noviembre 02, 2006

Capítulo 2 - El Cruel Comunismo se Ampara Tras el Nazismo y el Fascismo

Trabajar no es condenable, pero si abundaban las matanzas colectivas, las torturas, el cotidiano trato cruel de los prisioneros y el inhumano trato dispensado a estos verdaderos esclavos, tales circunstancias bastan por si solas para tornar estéril hacer comentarios respecto a la continua violación a los Derechos Humanos que allí se llevaba a cabo.

Pecaríamos de ingenuidad, sin embargo, si atribuyéramos el desconocimiento de tales eventos a la poca o ninguna ilustración o a la ignorancia selectiva de las masas. Todo fue conocido, en su época, por los jerarcas de las Naciones Aliadas, quienes de consuno actuaron con los soviéticos, en el afán de lograr la condena de los nazis, sin advertir que estaban absolviendo, de facto a los comunistas rusos y sus adláteres, al proceder de esta forma inmoral, complaciente y acomodaticia.

Si hoy la mortandad desatada por el nazismo ocupa un capítulo medular en el libro de la memoria colectiva, mientras la mortandad mucho más abultada del comunismo apenas representa una nota a pie de página, se debe al trabajo de zapa, al meduloso trabajo llevado a cabo por los simpatizantes del régimen comunista y a sus adláteres. Se ha llegado al colmo de que si en algún país, un partido político de ideología nazi intenta presentarse a elecciones, no es admitido por la Justicia, alegándose que su plataforma de principios es atentatoria contra la democracia. Lo que es cierto, pero cuando efectúa idéntica presentación un partido que sostenga la ideología comunista, es admitido sin ningún problema, ya que aparentemente esta ideología no conspira contra el modo democrático de vida. Toda una ironía, y sin embargo es un bebida de la que se han servido conocido jerarcas políticos democráticos en todo el mundo civilizado. Conocida es la habilidad que tienen de mimetizarse con el resto de la población, gozando de los derechos y garantías constitucionales, que ellos no respetan ni les interesa. Tal circunstancia corrobora, si es que hacía falta, esa desconfianza que flota en el ambiente, relacionada con la actitud de quienes fueron encargados de aplicar la ley administrando justicia en esa ocasión.

Como se interroga a sí mismo un prestigioso crítico literario español, “¿Qué ocurriría si un político español rememorase festivamente su juventud falangista?

Habría firmado su acta de defunción. En cambio, se contempla con admiración que haya militado en las filas comunistas. Y, por supuesto, a los combatientes estalinistas que perecieron en la Guerra Civil se les asigna el calificativo extravagante de «defensores de la democracia»; mientras que a los combatientes que militaron en el bando de Franco se les despacha como chusma fascista”.
Muy pocos han oído nombrar lo que se denominó la “Masacre de Katyn”. “Durante la invasión soviética a Polonia en 1939, unos 14500 oficiales polacos fueron capturados e internados en tres campos de concentración en la Unión Soviética. Posteriormente, entre los meses de Abril y Mayo de 1940, durante cinco semanas, la NKVD -la policía secreta de Stalin- estuvo transportando prisioneros polacos desde campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow hacia un lugar en la carretera Smolensk-Vitebsk. La orden directa del dictador era eliminar a los prisioneros. (.)La Agencia Alemana de Noticias divulgó el descubrimiento de las fosas ubicadas en el bosque de Katyn cerca de Gneizdovo a 18 kms de Smolensk, en la carretera Smolensk-Vitebsk. Los rusos negaron una y mil veces haber cometido los crímenes, reprochando al gobierno polaco -para entonces su aliado- el creerle a los alemanes. Los ingleses apoyaron a su aliado soviético e hicieron lo posible por apaciguar al gobierno polaco en el exilio.”.
El descubrimiento de estas fosas, reveladoras de la crueldad con que procedían los ejecutores de este genocidio, tuvo gravísimas consecuencias políticas para los funcionarios de los países involucrados. Los rusos de inmediato negaron los cargos, mientras que los alemanes insistían en que ellos no habían intervenido sino los soviéticos. Habida cuenta lo sucedido, el gobierno de la URSS rompió relaciones con el gobierno polaco en el exilio, con sede en Londres, puesto que lo acusaron al gobierno ruso de cometer un crimen que ellos negaron terminantemente, endilgándole su autoría a los alemanes.
Se supo posteriormente que se seleccionó un centro rodeado de espesa arboleda, en un lugar conocido como la Colina de las Cabras, se cerró el camino y se prohibió el tránsito en las inmediaciones. En ese sitio fueron asesinados 4.143 oficiales de nacionalidad polaca, quienes fueron llevados a ese lugar a razón de un centenar por día.
Procedieron a inhumar los cuerpos en fosas comunes, apilados a razón de unos 500 muertos por cada fosa. Cometieron un error, ya que muchos fueron enterrados sin quitarles sus pertenencias, posiblemente debido a la premura en ejecutar las órdenes recibidas.
Estos miles de oficiales polacos desaparecieron, puesto que nunca se supo sobre su destino, luego de ser oficialmente transferidos. Formaban parte de un total de más de 40.000 oficiales polacos transferidos de los campos de concentración de Starobielsk y Kozelsk. El 14 de noviembre de 1941, el entonces embajador polaco en Rusia se entrevistó con Stalin, a quien le hizo notar la inquietud de su gobierno por el destino de estos oficiales, transferidos a otros centros desconocidos, ya que no se conocía el paradero de esos hombres. Nada se hizo. Pasado un tiempo se descubrieron los cadáveres, pero se volvieron a cubrir los restos.
En 1942 nuevamente se puso en evidencia la existencia de los cadáveres, ya que casualmente se encontraron los restos de estas víctimas de la crueldad asesina de los soviéticos comunistas, por lo que una comisión de médicos alemanes y polacos procedió tratando de identificarlos. “Lo que hallaron fue espeluznante. Se trataba de enormes fosas con miles de cadáveres apilados, todos con uniformes polacos, con insignias y medallas, pero sin anillos ni relojes.”. A raíz de estas investigaciones se llegó a la conclusión de que los rusos habían sido los autores de esta masacre. “El Primer Ministro polaco, Sikorski, se reunió con Churchill y le manifestó que las evidencias encontradas sindicaban, taxativamente, a los aliados soviéticos como los culpables del crimen en masa. Churchill hizo lo posible por evitar una confrontación entre los aliados, manifestándole al Primer Ministro que mejor era olvidar el asunto, en vista que nada le devolvería la vida a los oficiales asesinados.”. Por mas que los ingleses trataron de disimular el descubrimiento, a fin de evitar un problema diplomático con la URSS, lo cierto es que las pruebas eran irrefutables en cuanto a la autoría de la masacre, dando la razón a los alemanes quienes alegaron que los rusos fueron quienes asesinaron a los oficiales polacos.
Churchill trato de evitar que tomara estado público este descubrimiento, por una razón de Estado, indudablemente. Fue imposible tratar de negar los hechos, se encontraron los cadáveres con uniformes e insignias, condecoraciones, objetos personales, diarios, etc. y se pudo confirmar que los casquillos encontrados en los cadáveres, formaban parte de las municiones vendidas a los rusos por los alemanes, en cumplimiento de pactos firmados en su oportunidad.
Durante el juicio de Nuremberg se intentó, bajo presión soviética y la indiferencia cómplice británica, de investigar y acusar a los "culpables" alemanes del crimen en masa de Katyn. Incluso se pretendió incriminar a oficiales superiores incluso generales, que no habían sido incriminados en otros supuestos actos criminales. Como se llegó a la errónea conclusión de que se carecía de pruebas suficientes, se decidió por parte del Tribunal de Nuremberg sobreseer en la causa. Una prueba de que la fuerza de la razón no prosperó, no triunfó, puesto que ganó allí no la Justicia, sino la necesidad de no resquebrajar el bloque aliado. Continuó siendo una incógnita quienes fueron los autores de la muerte de 11.000 civiles y militares polacos. Para Nuremberg, los imputados fueron los alemanes y no los rusos, por más que esa decisión no estaba avalada por las probanzas adquiridas, ya que las pruebas colectadas por los rusos, así lo indicaban y conforme sus estatutos, eran regla procesal obligatoria los informes de las comisiones de encuestas aliadas.
Recién en 1989, derrumbado el bloque soviético, el entonces Primer ministro de Rusia Gorbachov admitió que la NKVD había ejecutado a los polacos, sin juicio previo de ninguna naturaleza, o sea reconoció de hecho que en Rusia se había cometido Terrorismo de Estado en perjuicio de los oficiales del Ejército Polaco. Solamente la casualidad quiso que la masacre no quedara sepultada en la impunidad o al menos en el olvido. Expresó Gorbachov que las ejecuciones se llevaron a cabo en marzo de 1940, siguiendo órdenes del sangriento dictador José Stalin y que existían otros dos campos donde también se había procedido de idéntica forma. Los prisioneros ejecutados de tal forma totalizaron 25.700.
“El 13 de Abril de 1990, cincuenta años después de la masacre, Boris Yeltsin oficialmente admitió la responsabilidad de la Unión Soviética en el crimen de Katyn y el 14 de Octubre de 1992, envió al presidente polaco Lech Walesa los archivos secretos del caso.”. Al parecer la zona de Katyn fue el lugar preferido para ejecutar a los prisioneros que debían ser fusilados, siguiendo órdenes de Stalin, actuando siempre la policía secreta de la URSS ((Site
www.exordio.com).
Este descubrimiento puso de relieve que la presentación de los rusos, ante el tribunal de Nuremberg, imputando a los nazis la ejecución de este grupo de oficiales del Ejército Polaco, fue una farsa destinada a exonerar de culpa al gobierno ruso al endilgarle a los jerarcas nazis la autoría de la Masacre de Katyn. Como se ve, la mentira tiene patas cortas, pero también es dable observar que la modalidad de ciertos eventos, producidos con motivo o en ocasión de un conflicto bélico, hace sumamente dificultoso, cuando no imposible establecer cual ha sido la realidad de lo sucedido, y las culpas generalmente las pagan los acusados conforme ciertas pautas no jurídicas.
Agrega el crítico citado precedentemente, que “el libro de Martín Amis, feroz y cáustico como sus novelas, transita por los pasadizos pavorosos que ya nos iluminara Solzhenitsyn en “El archipiélago Gulag”.
Entre el desfile de horrores desatado por el comunismo (hasta completar un catastro fúnebre de veinte millones de víctimas) merecen reproducirse algunas frases sentenciosas de Stalin: «La muerte soluciona todos los problemas; no hay hombre, no hay problema»; y también: «Una muerte es una tragedia; un millón de muertes, simple estadística».

Sobre esta burocracia de la muerte se fundó la ideología que aún abastece de mitologías el llamado pensamiento progresista. El terror nazi se esforzaba por ser exacto, calculador, dirigido contra una parte de la población en razón de su etnia; el terror comunista, en cambio, era deliberadamente aleatorio e indiscriminado, pues su enemigo era el hombre. «El comunismo -afirma Amis- es una guerra contra la naturaleza humana».

Con justicia se ha afirmado que "Las víctimas de Hitler y Stalin no fueron asesinadas para conquistar y colonizar el territorio que ocupaban.
Con frecuencia fueron asesinadas de una manera monótona y mecánica, sin emociones humanas, odio incluido. Fueron asesinadas porque no se ajustaban por una u otra razón, al esquema de la sociedad perfecta. Su muerte no fue un trabajo de destrucción sino de creación. Fueron eliminadas para poder establecer un mundo humano objetivamente mejor, más eficiente, moral y hermoso. Un mundo comunista. O ario, racialmente puro.

En cualquier caso, un mundo armonioso, dócil en manos de sus dirigentes, ordenado y controlado". *

*(Zygmunt Bauman, Modernidad y holocausto, Madrid, Sequitur, 1997, p.127).

Reitero que no debemos olvidar que en Nuremberg, se formó causa contra los jerarcas nazis, a quienes se imputó criminalmente haber resuelto que se proceda a bombardear la ciudad de Varsovia, la que distaba de ser un objetivo militar, siendo tal acto inútil, inhumano y constitutivo tal accionar de delito de lesa humanidad, dada las gravísimas y sanguinarias consecuencias mortales o de otra naturaleza que se sucedieron, a raíz de tales bombardeos contra los indefensos civiles. Pero lo que no se dijo, lo que se mantuvo en absoluto secreto como Secreto de Estado, es que este aberrante hecho bélico contó con la complacencia de la entonces Unión Soviética, a cuyas autoridades les convenía, desde el punto de vista de la estrategia militar, que Alemania se encargara de destruir a la Polonia que no comulgaba con la doctrina comunista. Destaco que militarmente pudieron los comunistas, evitar esta masacre o al menos lograr que sus consecuencias hubieran sido menos gravosas a los civiles que habitaban esta ciudad, pero al hacerse los distraídos, de una forma u otra contribuyeron con su inacción dolosa a la comisión del crimen de guerra que cometían los jerarcas nazis. Y jurídicamente debieron serle imputadas las consecuencias de tal inacción lo que, como es de público y notorio no se hizo.

A pesar de que el artículo 25 de la Convención de La Haya de 1907, prohibía taxativamente el ataque a ciudades indefensas,
el día 27 de septiembre de 1939, después de soportar 1.776 vuelos de bombardeo, que habían arrojado 500 toneladas de explosivos y 72 toneladas de bombas incendiarias, Varsovia se rindió ante la superioridad de las fuerzas militares de la Alemania Nazi, quienes al proceder al bombardeo de esta ciudad violaron descaradamente las normas de la citada Convención Internacional, referida a la humanización del accionar bélico.

Para esa época en el mundo no se conocía el pacto Molotov-Von Ribbentrop, instrumento que sirvió, en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, para dividir Polonia entre Alemania y La Unión Soviética, que es lo mismo que decir entre el sangriento dictador comunista Stalin quien años mas tarde sería autoproclamado como el paladín de la Democracia y el no menos sanguinario dictador nazi Adolfo Hitler, el Fuher de la Alemania Nazi. Tal evento fue mencionado durante el Juicio Militar de Nuremberg, ocasión en la que se puso de relieve los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra, perpetrados por los nazis y tipificados así por el citado Tribunal Militar. Por cierto que, es de recalcar que los jerarcas comunistas, de la entonces Unión Soviética, no fueron molestados ni indagados al respecto y ello era lógico puesto que esta potencia integró el tribunal militar de Nuremberg, encargado de juzgar los delitos contra el Derecho Humanitario que se les imputaba a los exjerarcas de la Alemania Nazi.

Pasados los años, y en la otra punta de la conflagración bélica, el 13 de febrero de 1945 aviones aliados deciden, sin más, bombardear la ciudad de Dresde, y otras ciudades, en similar condición, sitas en Alemania. Las verdaderas razones para justificar tal operativo bélico son difíciles de asimilar. La ciudad de Dresde no tenía ningún valor militar. No había fuerzas destacadas en esa ciudad. No existían industrias bélicas y no constituía ningún obstáculo para el avance de las fuerzas aliadas. Esta ciudad se encuentra sita sobre el lado este del Río Elba y para esa época era un centro de refugiado, heridos y enfermos, encontrándose allí mas de 26.000 prisioneros de guerra de los propios aliados. *
*
www.exordio.com

Posiblemente la teoría que se esgrime en la web citada precedentemente, muy similar a las razones que motivaron el bombardeo inhumano a la ciudad de Varsovia en 1939, esté muy cerca de la verdad de lo sucedido. Reza la citada web:” Los líderes aliados le habían prometido a Stalin la destrucción de Dresde, la operación no era sólo una muestra de solidaridad con los soviéticos sino además tenía que ser una demostración de eficiencia y del inmenso poder de destrucción que tenían los aliados.”…. y añade a la narración del horror: “Durante los interrogatorios las tripulaciones recién se dieron cuenta de lo que acababan de hacer y se preguntaban, ¿porque tuvieron que volar tan lejos para atacar un blanco sin importancia? ¿Es que los rusos no podían ellos mismos atacar la ciudad, si era tan vital para sus operaciones? Para calmar los ánimos se les dijo que en Dresde se encontraba el Cuartel General del Ejército Alemán, que existían depósitos y fabricas de armas y que era un centro industrial de instrumentos de precisión. En otros casos la mentira era de desproporcionadas dimensiones. Se les dijo que en Dresde estaba el Cuartel General de la Gestapo y a otros que habían fábricas de municiones y hasta una planta de fabricación de gas venenoso.”

A pesar de lo expuesto al día siguiente se repitieron las oleadas de aviones, acción que no encontró respuesta ya que en la ciudad, a la sazón casi solamente existían los muertos, los abatidos por los bombardeos. Sigue refiriendo la web aludida que “A las 22:30 termina lo que hubiera sido suficiente para cualquier objetivo militar. Decenas de miles de casas, hospitales, escuelas y estaciones de tren convertidas en centros de refugiados, quedan sin techos, puertas y ventanas, las calles destrozadas e inundadas por la rotura de las tuberías de suministro de agua, postes de teléfonos y de alumbrado público tumbados. Edificios sin fachadas y gritos, llanto, sollozos, gritos de auxilio ahogados en miles de gargantas. De acuerdo a los propios pilotos, el humo y el fuego se veían desde 150 Kms de distancia”. Y lo mas horroroso sigue relatado a continuación: “Al día siguiente, los socorristas no podían atender a los cientos de miles de heridos. No había ni agua, ni alimentos, ni medicinas suficientes. Pero, no todo había terminado, apenas habían transcurrido 2 ataques en 14 horas. A las 12:12 del día 14 de Febrero, una nueva oleada, esta vez de 1350 Fortalezas Volantes y Liberators, lanzó otro diluvio de bombas contra la destrozada ciudad. Afortunadamente, las bombas que caían sobre los escombros, no hacían mayor daño, pues no se puede matar a los muertos. Como en Hamburgo, el huracán de fuego y las ráfagas de viento a miles de grados de temperatura, mató a más personas que las propias bombas. Los edificios que quedaban en pie, parecían cascarones, que solo encerraba fuego. Como los cazas de protección no tenían oposición, se dedicaron a atacar a las columnas de sobrevivientes que escapaban del infierno. Ambulancias, carros de bomberos, carretas, automóviles, cualquier cosa que se moviera era un blanco para los P-51. Los americanos lanzaron 474.5 toneladas de explosivos de alta potencia y 296.5 toneladas de incendiarias, en paquetes y racimos. En esta oportunidad, la aviación de caza nada pudo hacer, puesto que el grupo cerca de Dresde era de caza nocturna y durante el día no estuvieron en servicio. No hay estadísticas ni archivos de todo lo que ocurrió. Pero sí se sabe que cuando menos de la compañía de bomberos desde la ciudad de Bad Schandau no quedó un solo bombero vivo que pudiera contar lo que ocurrió. “ … “Las cifras oficiales indican que murieron entre 120.000 y 150.000 personas, es decir muchas más que las que murieron en Hiroshima o Nagasaki.”. Fuentes generalmente bien informadas nos revelan que en 1939 la población de Dresde ascendía a 630.000 habitantes y después del conflicto descendió a la cifra de 375.000. En este caso, al parecer, dolosamente se hizo caso omiso a lo preceptuado por el artículo 25 de la Convención de La Haya de 1907. *
*Más de 550 aviones Lancaster, Liberators y B17, precedidos de los aviones iluminadores con sus bengalas de magnesio lanzadas en paracaídas, que revelaban la aterradora destrucción de la ciudad, señalaron la ruta de los que lanzarían las bombas incendiarias. Nada menos que 650 mil bombas incendiarias para una ciudad superpoblada de civiles. Esta vez, el resplandor de la ciudad en llamas era visible desde más de 300 Kms de distancia. En esa oportunidad hubo 18 cazas nocturnos alemanes listos para salir, pero nada pudieron hacer por falta de combustible y problemas de comunicaciones, pues la aviación inglesa se encargó de interferir sus sistemas. En los dos ataques se lanzaron un total de 1.477,7 toneladas de bombas explosivas, incluyendo 529 bombas de 2 toneladas, más una de 4 toneladas. En cuanto a las incendiarias, fueron 650 mil, con un peso de 1.181.6 toneladas. En total se emplearon 1400 aviones .Los incendios se desataron por doquier iluminando el cielo de manera dantesca. La película que se guarda en el Imperial War Museum de Londres, muestra durante 10 minutos, cómo el avión con la cámara da vueltas por la ciudad sin recibir ningún tipo de oposición. No hay reflectores ni fuego antiaéreo, menos cazas interceptores. Todo es fuego y destrucción. Cientos de años en arte y cultura fueron reducidos a cenizas. Dresde estaba convertido en un infierno donde se habían quemado cientos de miles de civiles. (
www.exordio.com)


De allí a volver a interrogarnos qué motivó la circunstancia de que a los jerarcas soviéticos, nadie se haya molestado en imputarles violación de los Derechos Humanos, cuando sus camaradas en otros países se convertían en los adalides de ellos, esmerándose en organizar Ligas Defensoras de los Derechos del Hombre, organizaciones no gubernamentales cuyo objeto era “defender” los derechos humanos ultrajados por las dictaduras, denominándose como Defensoras de los Derechos Humanos, Hijos de Desaparecidos, Abuelas de Plaza de Mayo y otros nombres rimbombantes que daban cuenta de la tarea en las que, se supone, estaban empeñadas, hay un paso. *

*. Una de los íconos de Abuelas de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini dijo ante la asamblea el 30 de enero de 2003 en el III Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil en una inusual confesión, que nos ilustra lo relacionado a la real finalidad de esta verdadera asociación ilícita: “Porque si nosotras no reivindicamos el derecho de los pueblos, estamos renegando de lo que hicieron nuestros hijos. ¡Y jamás renegaríamos de haber tenido hermosos y maravillosos hijos revolucionarios y guerrilleros comprometidos con su pueblo! Que por eso los mataron, que por eso se los llevaron... ¡Porque sí es posible un mundo mejor! ¡Pero sólo con la Revolución! ¡No hay mundo mejor si no hay Revolución! ¡Va ser muy difícil hacer un mundo mejor si no hacemos una Revolución profunda en esta Latinoamérica!”. Por cierto que la referencia a la Revolución es una directa referencia a la lucha armada y al derramamiento de sangre.

Digo se supone, ya que se ha observado que su tarea no apunta a lograr que se respeten los derechos humanos de todos, sino de determinados y selectos núcleos, que da la casualidad, pertenecen o son afines a partidos políticos de ideas marxistas o similares, mas o menos radicalizados. Bajo la figura de “organizaciones no gubernamentales”, se ocupan de plantear a los distintos regímenes de gobierno y a la población, la necesidad de adherir a cuanto Tratado o Convención Internacional se refiera a aquellos derechos. Por cierto que se ocupaban de destacar, a quien quiera oírlos, que ellos eran los exclusivos y excluyentes defensores de la democracia.
Esta maniobra de zapa cuenta en la Argentina con numerosos adeptos, quienes manejan habilidosamente la maquinaria judicial intelectual, pseudo legal, que no permite a un ciudadano poco avisado, distinguir entre la realidad y la fantasía. Al punto que, los otrora guerrilleros subversivos, confesadamente subversivos, aparecen ahora como “salvadores de la Patria”, modernos maquis que trataron de “liberar” a la Argentina del yugo del imperialismo internacional o lo que fue conocido como la “Sinarquía Internacional”, tantas veces mencionada por el general Juan D. Perón.

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