jueves, noviembre 02, 2006

Un Yo Acuso Argentino - Parte 3

Recientemente se concretaron diversas maniobras, ya que no se pueden denominar de otra forma, para colocarlos a estos guerrilleros en un pedestal internacional, haciéndolos pasar por mártires. En efecto, en un centro a construir donde se concretó el atentado contra las Torres Gemelas, que tanta alegría le causó a la “madre” Hebe Bonafini, se pretendió por parte de nuestro Gobierno que se recordara a los desaparecidos en la Argentina por “haber luchado contra el Terrorismo de Estado”. O sea aparecerían como víctimas pero, como allí conocen bien el tema, eludieron como pudieron hacer pasar a los victimarios como víctimas. De triunfar esta diabólica idea hubiera un sido el broche de oro, a la pretensión de pasar por perseguidos por los sanguinarios militares sedientos de sangre marxista. *

* Se cometería una torpeza si caemos en la trampa marxista que, intencionadamente, confunde las cosas. Los subversivos, de todos los matices, no lucharon contra el Terrorismo de Estado, para probarlo podemos mencionar, así como al pasar, que en la publicación “Evita Montonera, nº 6, editada por los guerrilleros de la Banda Subversiva Montoneros, al dar cuenta del horroroso y alevoso asesinato del ingeniero Raúl Amelong, gerente de la firma Acindar, expresa que “Un pelotón de combate lo ejecutó”. El crimen ocurrió un 6 de agosto de 1975, o sea cuando imperaba en la Argentina un régimen democrático. No estaban los militares del Proceso. Este vil asesinato, impactaron en su cuerpo alrededor de 10 disparos, fue cometido en presencia de su hija y de una compañera suya, a quienes trasladaba al colegio en ocasión de ser interceptado su vehículo por otro automotor donde iban los asesinos. El Estado Argentino, en esa época estaba luchando contra estas fuerzas irregulares, que no respetaban las normas de la guerra, aunque se atribuían acciones de esta naturaleza. Las palabras “pelotón” y “ejecución” dan muestra acabada de la calificación que ellos se daban a sí mismos y a su accionar. Ellos iniciaron la confrontación y luego, cobardemente pretenden aparecer a los ojos del mundo como víctimas.


Entrevistado por el diario digital Urgente-24 el abogado Javier Vigo Leguizamón, autor de “Amar al Enemigo”, sostuvo que no es casual el consejo del presidente Chávez de “leer todo lo que les llegue a la mano de Noam Chomsky, quien es uno de los más importantes intelectuales de izquierda estadounidense.
“Lo que me alarma es la postura que él tuvo ante el genocidio cometido por Saloth Sar (más conocido como Pol Pot) en Camboya, quien llegó a matar dos millones de personas en su afán de construir el “hombre nuevo”... Despojándose de la máscara pacifista y de presunto defensor de los derechos humanos Chomsky justificó esa violencia demencial que eliminó al 20 % de la población diciendo: “No me parece que sea aceptable que condenemos el periodo de terror del Frente de Liberación Nacional, simplemente porque fue algo horrible. Creo que lo que tendríamos que hacer es preguntarnos por los costos comparativos, por espantoso que suene; y si queremos tomar una posición moral en este asunto (y creo que deberíamos hacerlo), tendremos que poner en una balanza cuáles fueron las consecuencias de que se usara el terror, y cuáles habrían sido de no haberse usado. Si es cierto que las consecuencias de no haber utilizado el terror hubieran sido que el campesinado camboyano hubiera estado viviendo como el de Filipinas, creo que, entonces, el terror estaría justificado.”

En otras palabras, el recomendado por Chávez enseña que la violencia, puede ser comprensible dadas las condiciones del cambio de régimen y de revolución social, implicando un pequeño precio en comparación con los cambios positivos que había traído el nuevo gobierno de Pol Pot.”. Nos dice el doctor Leguizamón que, cuando entrevistó al general Videla éste “admitió que, como en toda guerra –y máxime en ésta, que fue irregular en su forma, imprecisa en su desarrollo y librada contra un enemigo mimético que no usaba uniforme ni bandera- se llegó a situaciones límite que ensombrecieron al país con actos rayanos en el horror, por parte de ambos contendientes.”.

O sea que, visto desde el punto de vista del intelectual norteamericano Noam Chomsky, la violencia puede ser comprensible, dadas ciertas condiciones. Postura que no fue objetada por ninguna entidad marxista o revolucionaria.

En cambio, y acá viene el inconveniente de la falta de refinamiento en la aplicación del llamado Derecho Humanitario, si el general Videla es quien apoyando su tesitura sobre el accionar de las Fuerzas Armadas Argentina, da su explicación defensista de los hechos, salen todos bramando su santa indignación. En suma, hay bombas buenas y bombas malas y según esta diferencia se deben calificar los atentados.

O sea que Chomsky sostiene, sin repugnancia, que el fin justifica los medios, por lo que habría que ver si tal tesitura la sostiene cuando se trata de valorar lo actuado durante el proceso de Reorganización Nacional, acá en la Argentina. Tengo la absoluta certeza de que no podría hacerlo.

Creemos, con fundamento, que no se concretó otro Nuremberg contra los jerarcas soviéticos de ese entonces por razones de índole política. Recordemos que para ese entonces había comenzado la llamada Guerra Fría, y circunstancias que siempre alientan tal especie, nos hacen concluir que se trató de evitar inútiles confrontaciones y que en definitiva primó la Razón de Estado. Y creo encontrar aquí el meollo del asunto en tanto y cuanto no se concibe como se quiso hallar un nuevo
Derecho Penal Mundial, surgido a través de las actuaciones judiciales provenientes del Tribunal Militar de Nuremberg, complementado por los diversos Tratados y Convenciones Internacionales referentes a los Derechos Humanos, lo que a la postre es llamado y conocido como el Derecho Humanitario, pero luego de tramitados los juicios citados y los del Lejano Oriente, originarios en eventos de la Guerra del Pacífico, perdió impulso tal logro y durante décadas se “adormeció” tal hallazgo.

Entre los episodios desgarradores, donde encontramos delitos de lesa humanidad por los actos aberrantes concretados, ocurridos en el transcurso o a fines de la segunda Guerra mundial, que han tenido como protagonistas principales a los rusos o a paramilitares que obedecían sus órdenes, no podemos dejar de recordar lo ocurrido durante la liberación de Checoslovaquia. En la región de los Sudetes y en Praga fueron masacrados alrededor de 30.000 civiles debido al pecado de ser descendientes de los alemanes.

En este caso, firmada la rendición de Alemania en la ciudad de Reims, continuaron combatiendo en la zona del Este de Europa, específicamente la lucha continuó en Bohemia y Moravia, en los Sudetes y en Eslovaquia .Las fuerzas estadounidenses se encontraban detenidas en la frontera checoeslovaca y al sur de Austria, sin poder ingresar a Praga, ciudad que era un territorio vedado a las tropas de los generales Pucht o Patton. El dictador Stalin apoyó al Presidente provisional Benes, con la condición de que los puestos claves de su gobierno, estuvieran en manos de funcionarios comunistas. Benes aceptó, ya que no podía hacer otra cosa, pero con la secreta esperanza de que los norteamericanos llegaran a Praga, antes que los soviéticos.

Los partisanos comunistas se levantaron en armas para echar a los invasores de la ciudad de Praga, ocupando los edificios públicos. Pero su principal blanco fue la población civil, de origen alemán. En la capital la cacería de los alemanes, tanto hombres, como mujeres y niños continuó hasta que arribaron las tropas soviéticas. Pero mientras tanto, alrededor de 30.000 personas de ascendencia alemana o sudetoalemanes fueron masacradas. Posteriores investigaciones históricas dieron cuenta que todo se concretó con la anuencia especial de Stalin.

Refieren los historiadores que “Las mujeres y los niños fueron el blanco predilecto de la turba. Las mujeres eran apaleadas, les rapaban el pelo y les pintaban esvásticas en el cuerpo luego de ser públicamente violadas. Muchas en estado calamitoso fueron obligadas totalmente desnudas a desmantelar las barricadas. A muchas mujeres les cortaron el Tendón de Aquiles y retorciéndose de dolor yacían en tierra pidiendo que las mataran. Niños y jóvenes sacados de las escuelas eran apilados en carretas. Algunos autores relatan atrocidades peores, pero otros afirman que son exageraciones. Alemanes, hombres, mujeres, ancianos y niños eran atados con alambre de púas y lanzados al río Vltava. Días después los cadáveres en grupos de dos y tres fueron varados a todo lo largo del río Elba. En las semanas que siguieron, después que 30.000 alemanes fueran asesinados en Praga, cientos de cadáveres seguían siendo sacados de las riberas del río Elba hasta cerca de la desembocadura en el Báltico”.
Los actos aberrantes llevados a cabo por las fuerzas de los partisanos, sin dudarlo, podrían haber sido calificados de delito de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad. Tales actos aberrantes se complementaron con atrocidades ocurridas en ocasión de huir hacia las líneas del ejército de Patton. Soldados alemanes y civiles, que huían despavoridos fueron ametrallados y bombardeados por los aviones soviéticos. A todos los que llegaron, al lugar donde acampaban los norteamericanos, los obligaron a acampar fuera de la linea de Karlsbad-Pilsen-Budweis y la mayoría de ellos fueron entregados a los rusos comunistas. Tal actitud obedeció a un tratado celebrado con los soviéticos, mediante el cual las tropas rusas iban a ser las que ocuparan esa zona. Estos hechos aberrantes, inhumanos y atroces no fueron juzgados por nadie. Acá la Justicia Universal no actuó, y algunos integrantes del bando acusado actuaron de jueces en el Tribunal Militar de Nuremberg, encargado de juzgar los delitos de lesa humanidad. Tanto los norteamericanos que consintieron que las víctimas de esta crueldad cayeran en las manos del ejército soviéticos, como los jerarcas de la Rusia Soviética. Una ironía.
La circunstancia de que los tipos penales internacionales que se han creado, sean aplicables en algunos casos a determinadas conductas y en otros casos no se pueda o no se quiera enjuiciar a los acusados de violaciones de tales derechos, conduce a un oscuro laberinto donde la injusticia campea por sus fueros.
Se creé haber encontrado la solución al haberse creado el Tribunal Penal Internacional, es decir se ha optado por la única solución que se encontró a mano. Solución no original, por cierto, por cuanto no se hizo sino concretar una aspiración de la antigua y desaparecida Liga de las Naciones. Pero la justicia y la ética no aparecen aun. El TPI podemos tomarlo como un parche, una aspirina que no contribuye sino a atenuar el dolor, pero la herida sigue sangrando.

Me llama la atención que partidarios de la doctrina marxista, que se caracterizan por su odio a las fuerzas militares, hayan concurrido a alimentar sus pensamientos, en las conclusiones del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg que, como su nombre lo indica, era un organismo castrense.

Siempre pensé que estos singulares resentidos, huían de todo lo que fuera militarismo, puesto que no ocultan el odio visceral que tienen hacia las Fuerzas Armadas que no dependen del gobierno de ellos, pero veo que estupor que en algunos casos hacen una excepción de esta regla, sin fundamento valedero. Cuando en la actualidad los veo fervorosos militantes de cuanto organismo defensor de los Derechos Humanos existe en la faz de la Tierra, no encuentro explicación alguna, que me permita vislumbrar como se pueden defender los Derechos Humanos y al mismo tiempo atacarlos con empecinamiento, con saña y sin piedad.

Un análisis puntilloso y escrupuloso de su accionar me obliga a concluir que cuando estos pseudo defensores de la Derechos Humanos actúan, es cuando se encuentran amenazados o violados los Derechos Humanos de sus simpatizantes, mas cuando las víctimas no pertenecen a su ideología, cuando no comulgan con ellos, desdeñan tal defensa. Sencillamente no les importa ni les interesa absolutamente defender a nadie que no pertenezca a los suyos.

No conozco ningún pronunciamiento, de repudio, ni siquiera suave, de alguna organización defensora de los derechos humanos ni de nuestro país ni del mundo, en general, en relación a la masacre efectuada por los guerrilleros chechenos. O por otras organizaciones, sean estatales o no. Solamente merecen sus críticas acerbas los gobiernos acusados por ellos, cuando no profesan su ideología. Fidel Castro, el tirano de la Isla Prisión de Cuba, no ha recibido una sola crítica. ¿O solamente se califica de lesa humanidad conforme la ideología de las víctimas? No creo que se haya llegado a esta extravagancia del fundamentalismo ideológico.

La única explicación que encuentro, teniendo en consideración su actitud en nuestro país, donde tesoneramente se ocupan de defender a las víctimas “de la sangrienta represión militar de la Dictadura”, es que rinden tributo fundamentalista a la coherencia por cuanto nunca, absolutamente nunca se han preocupado de las víctimas del otro bando en guerra sean civiles o militares.

Si hubiera existido un precedente, además del Juicio de Nuremberg, en cuanto se hubiera observado la actuación rimbombante de los organismos sedicentes defensores de los derechos humanos; si hubieran accionado contra la jerarquía soviética, de la época en que los enemigos políticos eran exterminados en ese país. O si se hubiera oído su voz, acá en Occidente, durante la Guerra de Argelia, o ante los criminales ataques de la ETA en España contra el legítimo gobierno español, o los del IRA, cosa que no ocurrió, entonces sí podríamos afirmar que estamos ante un nuevo Derecho Humanitario defensor de los derechos humanos de todos los habitantes de la Tierra.

Los sangrientos e inhumanos ataques de los terroristas, se encargan por sí, ante que mis palabras, de demostrar palmariamente que estas organizaciones no gubernamentales se ocupan selectivamente de defender los derechos de los ciudadanos afines a sus ideas olvidando que la humanidad no se compone solamente de sus adherentes.

Pero a ellos les parece que quienes no simpatizan con su ideología sencillamente no existen y así se han encargado de hacerlo notar en cuanta ocasión se les presenta, de tal forma burlan la confianza que todos los ciudadanos de bien han depositado en tales organizaciones. En suma si estos organismos, oportunamente y a lo largo de su existencia mundial, hubieran actuado de buena fe, con lealtad, con firmeza y convicción tendríamos entonces que trasuntarían credibilidad en su cometido, lo que en el presente no logran obtener ya que su actitud, mas de una vez rozó lo político, pasando por alto distintas situaciones de violaciones a esos derechos conforme la ideología de los acusados.

Un caso paradigmático lo constituye el del señor Fidel Castro. Pero como roza lo político y acá estamos hablando de lo jurídico, continuemos pues con este tópico. Posiblemente encontremos alguna posible solución, en la siguiente afirmación: “El surgimiento de organizaciones no gubernamentales transnacionales eficaces, dedicadas a la promoción y aplicación de los derechos humanos, trajo a la escena mundial un nuevo elenco de actores políticos no estatales…Ciertamente se invadía la soberanía en el sentido de que selectivamente, por lo menos, hasta cierto punto se eludió el escudo contra la responsabilidad externa. … Occidente se unió a las ONG para ejercer presión sobre los países del bloque soviético, especialmente después de los Acuerdos de Helsinki de 1975, en tanto que el Tercer Mundo utilizó la Asamblea General de las Naciones Unidas y su propio movimiento no alineado para dar peso político al fomento del derecho de los pueblos a la autonomía, como convalidación de las luchas contra regímenes coloniales….la desintegración del bloque soviético (y la terminación de la Guerra Fría), el triunfo de la descolonización y la derrota del apartheid in Sudáfrica, la defensa de los derechos humanos a escala internacional contribuyó al logro de unos cuantos resultados de fondo, históricamente importantes y generalmente bien acogidos, ninguno de los cuales se anticipó en cálculos realistas anteriores. …si la soberanía se entiende como inherente al pueblo, o sea la idea de la soberanía popular, que ha través de la historia se ha asociado con la Revolución Francesa, entonces, en muchas situaciones, la realización de los derechos humanos es precisamente el proyecto político que adopta "el soberano" (i.e. el pueblo)…. De hecho, la aceptación de la responsabilidad ante el exterior, en cuanto a los derechos humanos, ocurre en situaciones en las que Estados democráticos buscan proteger un futuro democrático y liberal incluso contra fuerzas antidemocráticas y antiliberales dentro sus propios países…. es particularmente importante hacer la disección del debate sobre la soberanía y los derechos humanos para averiguar quién, a quién y para qué, es decir, precisar las quejas, los actores, los intereses y los valores en contexto. La complejidad permanecerá, pero por lo menos habrá menor tendencia a conducir el debate en una forma manipuladora que obscurece las fuerzas reales en juego y hace virtualmente imposible evaluar las consecuencias de cursos de acción alternativos. *

*“Soberanía y Derechos Humanos La Búsqueda de la Conciliación, de Richard Falk”.

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